200511181440 La Botellita de Cloranfenicol
Vivíamos en el campo. Lejos de toda urbe dotada de algún centro de salud. Aunque si hubiéramos estado más cerca de algún centro de salud no estoy muy seguro de si la historia no habría sido la misma.
Cada vez que mi hermano o yo nos resfriábamos mi padre nos daba cloranfenicol: un antibiótico con una consistencia parecida a la leche de magnesia. Creo que a nosotros nos gustaba el sabor de ese líquido espeso blanco.
Estoy seguro de que en algún momento circulaba más cloranfenicol que sangre por mis venas.
Tiempo después, en la universidad, me di cuenta de que ese antibiótico era indicado en meningitis y como antibiótico de alternativa en abcesos encefálicos, infecciones por anaerobios, fiebre tifoidea, salmonelosis sistémicas. En ningún caso un antibiótico de primera línea.
Mi padre pensaba algo distinto. La automedicación era su máxima.
Bueno, mi padre un año antes de morir fue hospitalizado por una intoxicación hepática a raíz de una excesiva ingesta de medicamentos… auto-recetados. Un año después moriría.
Durante esos días posteriores a su muerte me acorde mucho de las botellitas de cloranfenicol.